La mezcla de especies

 Os presento a Dayko y Río José.




Dayko es un pequeño "pequeño" perro de casi 40 kg de amor. Fue rescatado por la protectora Propatas de la perrera, donde había sido atacado por otros perros de su chenil y estaba completamente famélico.

Dayko tenía solo 6 meses y estaba lleno de miedos. Miedo a los ruidos, miedo a las sombras, miedo a los animales, especialmente a los perros aunque fueran del tamaño de una sardina. A lo único que parecía no tener miedo era a las personas. 

En sus primeros días en casa cambio totalmente el color de su pelaje y tomó un tono más tostado. Parece que además de recuperar las ganas de vivir recuperó el color.

Los primeros meses de Dayko fueron todo un reto y pusieron contra las cuerdas todo lo que sabíamos de experiencias previas con perros. Si levantábamos un poquito la voz, tenía tanto miedo que si hacía pis. Eso nos hizo buscar otras alternativas que tenían que ver con calmar su sistema nervioso y ayudar a que su cuerpo fuera dejando poquito a poco libre el miedo y recuperara la seguridad.

De aquel 12 de junio (que por cierto es también mi cumpleaños)  han pasado más de 5 años. Creo que Dayko me ha enseñado que antes de aprender nada, es necesario sentirse seguro y estar tranquilo.


Río José es un gato negro de 7 kg (como veis los animales no me salen pequeños así que nunca tendré un cerdo vietnamita por si acaso). Río tenía cosa de un mes cuando apareció en el motor del coche de mi compañera de trabajo. Nunca había tenido un gato y llevaba un tiempo pensando que no quería perderme esa experiencia. Un buen día M.J. me mandó la foto de aquel pequeño murciélaguín que había encontrado con su marido. Ante la insistencia del pequeñín por frotarse contra sus pierna y no moverse de la puerta de su casa decidieron buscarle una familia. Ahí entramos nosotros.

Río llegaba en un estado completamente diferente al estado en que había llegado Dayko. No tenía grandes miedos y enseguida se sentía seguro. Tan seguro que cuando le presentamos a Dayko, ese mismo día, se pegaba a mí y le bufaba para defenderse. Entendí que para poder defenderse también tenía que sentirse seguro. Río aprendía muy rápido y era extremadamente cariñoso. Por menos de nada te despertabas con besitos de lija en la frente ( la lengua de los gatos es bastante áspera).  

El comienzo de la convivencia entre Dayko y Río no era fácil. Al principio Dayko tenía muchos celos de Río. Aún hoy decimos que Dayko  quería ser hijo único, pero nunca tuvimos miedo de que mordiera a Río. Dayko ya se sentía seguro en casa y desde esa tranquilidad podía afrontar que Río estuviera viviendo con nosotros. 

Con el paso de los días, y gracias a la valentía y las ganas de explorar de Río, comenzaron a tener pequeños tiempos de juego. Era curioso ver jugar a un cachorro de gato que podía caber en la palma de tu mano con un perro cruce de mastín que a dos patas era casi de mi altura. 

Para ellos era difícil comunicarse. A veces Río quería jugar pero Dayko no lo entendía y se iba. Otras veces Dayko entraba  al juego pero su forma de jugar asustaba a Río que se iba corriendo al poco rato. Dayko no entendía bien los sonidos de Río y Río no entendía bien los sonidos de Dayko. 

Siempre me pareció admirable el esfuerzo que ambos animales hacían por entenderse siendo especies tan diferentes. Esto me hizo pensar que si un perro y un gato pueden hacer un esfuerzo por entenderse ¿Es tan difícil para las personas hacer un esfuerzo por entenderlos a ellos? ¿Es tan difícil para las personas hacer un esfuerzo por entendernos entre nosotras?

A día de hoy, es un gusto ver a Río y a Dayko relacionarse: comparten tiempo juntos, juegan a veces, respetan la libertad del otro, tratan de no invadirse y se comunican cuando se molestan sin agresión, se protegen el uno al otro...

Como veis, tengo la suerte de vivir en espacio en que tres especies podemos convivir, queriéndonos desde la diferencia.



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